Debemos tener cuidado de extraer de una experiencia solamente la sabiduría que contiene, y detenernos; no seamos como el gato que se sienta sobre la estufa caliente.

Nunca volverá a sentarse sobre una estufa caliente (y eso está bien); pero tampoco volverá a sentarse sobre una fría.

Mark Twain

miércoles, mayo 24, 2006 

Olvídese de esa última gran idea de gerencia

Los consultores se ganan la vida tratando de convencer a los ejecutivos de adoptar la última idea en gestión. Pero actualmente no hay muchas ideas ni tendencias revolucionarias, sino sólo un montón de ideas del pasado que han sido reformuladas.

Los ejecutivos se han visto sometidos a una sobredosis de guías gerenciales que, en su mayoría, no han cumplido lo que prometían. Muchos directivos han adoptado estas guías, sin importar si coincidían o no con el modelo de negocios u otras cualidades únicas de sus empresas. Se volvieron ejecutivos copiones en busca de una respuesta única para todos sus problemas.

Los ejecutivos deben ser más escépticos ante cualquier cosa que sea rotulada como la próxima gran idea. Los más inteligentes sabrán escoger lo que podría funcionar en sus empresas. El profesor de negocios de la Universidad de Stanford, Jeffrey Pfeffer, aconseja a los altos ejecutivos a "examinar de manera sistemática lo que ha funcionado y lo que ha fracasado", en vez de simplemente seguir la corriente y hacer lo que todos están haciendo.

George Hansen, el presidente ejecutivo de Corporate Lodging Consultants (una empresa que gestiona sistemas de reservas de hoteles para grandes compañías), dice que en sus trabajos previos en distintas multinacionales siempre tuvo que adoptar la última moda en herramientas gerenciales. "Pasé por todos los sabores", recuerda Hansen, agregando que las empresas muchas veces favorecían una moda "sólo porque otras compañías la estaban siguiendo".

Se hablaba mucho de "cambiar la cultura corporativa", aunque nadie pudiera definir de qué se trataba. También le encomendaron "estar cerca del cliente", lo que se traducía en recortar puestos de trabajo. "Nunca nadie se preguntó: '¿A qué estamos renunciando y qué ganaremos al hacer esto?'", se queja Hansen.

Los consultores hacían encuestas entre los empleados que siempre generaban los mismos resultados. Por ejemplo, los empleados decían que querían más comunicación y, en respuesta, los jefes corporativos proponían un boletín de noticias. Pero el mensaje de los empleados era otro: querían ser escuchados.

El propio Hansen admite: "He sido tantas veces víctima de la última teoría de gestión como cualquier otro, (pero) no existe la estructura perfecta y uno ha de saber encontrar aquello que se ajusta mejor a la propia empresa".

En septiembre pasado, la Cruz Roja llamó a Hansen para pedirle ayuda en reubicar a miles de víctimas del huracán Katrina. Al principio declinó el pedido porque no tenía los recursos necesarios. Pero después se reunió con sus 125 empleados y en un lapso de 48 horas enviaron un fax a cientos de hoteles que figuraban en su sistema. Les pidieron que aceptaran a las víctimas y que cobraran a precios de descuento a través de CLC, de manera que las personas no tuvieran que pagar de inmediato. ¿El resultado? Encontraron espacio para 250.000 personas. "Ninguno de esos libros de gestión con frases para el bronce nos hubiera ayudado a lograrlo", asegura Hansen.

Pfeffer espera que los ejecutivos se den cuenta de que las reglas básicas de la gestión son tan sencillas como las de las dietas, y que no han cambiado tanto. "Sin importar en qué dieta esté, debe gastar más calorías de las que consume", dice. Y en los negocios, "si cuida a sus empleados, harán un buen trabajo y cuidarán de los clientes".

Fuente: Carol Hymowitz - The Wall Street Journal

viernes, mayo 19, 2006 

Si pudiera decir lo que sé de Pepe

Si pudiera decir lo que sé de Pepe, lo diría en una sola palabra: para él no existía la depresión bajo ninguna de sus modalidades. Siempre estaba alegre, parece que su misión era que los demás estuvieran siempre contentos. Imagínense que era de las personas que no temían decir lo que pensaban, aunque a veces pasara por escaso ante algunas personas, especialmente los que recién lo conocían. Sin embargo, para nosotros, sus amigos, él siempre es lo que mostró ser: una gran persona con infinitas posibilidades de afecto y apego hacia los demás.

Sinceramente, estoy envidioso de su proceder, a pesar que todos coincidimos que es el correcto. Podían existir personas que lo tildaran de tener poco seso, pero no recordamos a nadie que lo odiara. Siempre tenía amigos y amigas en todas partes, en los bares, en el hipódromo, en el estadio, en los innumerables mítines políticos a los que íbamos hacia finales de los setenta, en la universidad, en su barrio, en todas partes. Derrochaba simpatía en cualquiera de estos lugares, no sabes la cantidad de chistes que se sabía; por otro lado, sabía tomar muy bien, nunca lo recuerdo que haya estado borracho, a pesar que, la verdad, yo después de cinco cervezas, terminaba inoculado de una amnesia, que más de una vez me han contado cosas que hice que no recuerdo aunque ocurrieran ayer.

Su filosofía era esta, una vez me la dijo: “tu puedes obtener todo lo que quieras de este mundo, simplemente ayudando a los demás a que obtengan lo que ellos desean". Es por eso que, no bien terminó la universidad, se dedicó a ser vendedor.

Para muchos de nosotros, era patético verlo en las calles, cuando todavía no se había comprado un carro, paseándose con su maletín y sus corbatas espantosas de colores, vendiendo enciclopedias de puerta en puerta. Más de un día lo acompañé, y era increíble ver la forma como era rechazado por sus potenciales clientes, a lo cual Pepe respondía con una sonrisa, y al retirarse me decía “Un cliente menos, un cliente más”. Yo te juro que no duraría en este trabajo mucho tiempo. Yo prefiero el trabajo de oficina, porque te hace sentir más importante el estar detrás de un escritorio.

Sin embargo, el primer año en su trabajo, fue nombrado el mejor vendedor de enciclopedias del año. Vendió casi el doble de enciclopedias que el que salió segundo. Ni sus jefes podían creerlo. En su casa hicieron una tremenda celebración, a la cual él llegó tarde porque le estaba mostrando las enciclopedias a una familia con tres hijos.

El segundo año, la cosa fue igual, volvió a ser nombrado el mejor vendedor del año. Nadie sabía cómo lo lograba. Pepe mencionaba que era simplemente el creer en uno mismo, y el saber que estás ayudando a los demás. Un día me comentó que se había comprado como diez libros de ventas, y con las ideas que estos libros tenían, él había armado una fórmula que era muy vendedora. “De cada diez casas que visito, siete me dicen que sí.” A nadie le quiso confiar su fórmula. Lo nombraron entrenador de su empresa, pero él no soltaba prenda, y simplemente enseñaba a los vendedores novatos los rudimentos de cómo vender que conoce casi todo vendedor y que, realmente, no servían para nada.

Llegó el tercer año, y los dueños de la editorial no tuvieron más remedio que nombrarlo Gerente de Ventas. Para colmo, era un tipo muy querido y muy respetado por todos los vendedores de la empresa. Pero tenía un cierto aire que era la envidia de sus jefes, ya que ellos jamás habían logrado lo que Pepe había logrado en tan poco tiempo y con resultados francamente halagadores y envidiables.

Pepe se convirtió en el Gerente modelo. Siempre tenía una respuesta para todo, siempre estaba atento y decía las cosas correctas, y siempre avizoraba los problemas mucho antes que éstos ocurrieran. Y eso que no tuvo capacitación alguna, lo que sí hacía era comprarse libros de cómo ser gerente y esas cosas, que todas las noches leía y releía hasta que logró -según él - la fórmula para convertirse en el perfecto gerente.

Y además, no se quedó sentado en un escritorio. Salía y vendía con la gente, pero nunca les confió su fórmula. Los vendedores que fueron interrogados de cómo lo hacía, simplemente decían que era algo natural, pero que ellos no podían repetirlo, no les salía de la misma forma. Obviamente, la editorial comenzó a facturar niveles que jamás hubiera soñado. En tres años que Pepe estuvo en la Gerencia de Ventas, éstas se triplicaron.

Con ello llegó la fama bien ganada. Si tenía amigos, también éstos se triplicaron. Venían de todas partes, hombres y mujeres. Los primeros, para averiguar cómo hacía para vender y ser el gerente perfecto, y las segundas, para buscar un buen matrimonio. Porque la deducción era obvia, si Pepe había sido tan bueno en todo lo que hacía, también lo sería como esposo, amante o lo que fuera. Pero las segundas se equivocaban. No es que Pepe fuera maricón o cosa parecida, es que simplemente, para él, sólo existía la amistad en su estado más puro. Jamás nadie le conoció novia, enamorada o similar. Amigas, mucho más que las que yo tengo, pero yo le gano en enamoradas. Increíble, pero más de una se la mandó de frente, pero él tenía tal simpatía que podía ser, irremediablemente, poco seductor y sumamente apático para escarceos eróticos. Al contrario, esta posición de inalcanzable para las mujeres lo único que hizo fue mitificarlo.

Luego, las cosas se pusieron aún mejor para él. Viajaba al extranjero casi dos veces al mes, y siempre traía cosas para nosotros, los que nos quedábamos acá. Ya para entonces, tenía carro del año, y se había comprado un departamento del año. Pero en el departamento jamás hubo algo relacionado con orgías o sexo. Nos botaba si eso pasaba. Por eso, el departamento era para ir a tomar, nada más, o hacer lo que a él le gustaba que eran los ravioles con vino. Y bastante vino porque, según él, los romanos lograron el nivel cultural y artístico de la Antigüedad debido al vino. Es más, cuando se emborrachaba, jugaba a ser emperador romano, y le seguíamos la corriente; total, él nos invitaba, él nos atendía, él nos distraía, teníamos que aplaudirlo hasta la genuflexión.

Para colmo, comenzó a ser llamado por las mejores instituciones educativas para que disertara acerca de la importancia de las ventas en la empresa. Siempre estaba su nombre en los avisos de los domingos del periódico; ésos que hablan de charlas y cosas afines y, claro está, cobraba muy bien por las charlas, cosa que aún lo hacía más y más conocido en el medio local.

Las mejores empresas de Lima se peleaban por tenerlo. Pero él era fiel a la editorial, y nos decía que por qué ahora las empresas “grandes” se fijaban en él si anteriormente cuando él postuló a dichas empresas ni le dieron pelota, ni lo llamaron. Eso se lo dijo a los Gerentes Generales de dichas compañías, quienes literalmente rogaban para que Pepe fuera a trabajar con ellos. Pero él no aceptó.

Con el tiempo, llegó a ser Gerente General y accionista de la empresa. Lo veías todo el día dictando memos, órdenes, teniendo reuniones que muchas veces nadie conocía por qué se hacían ni qué resultado tenían. Tenía un par de teléfonos celulares que siempre andaban sonando, mientras que en su omnipotencia seguía vendiendo enciclopedias él mismo, saliendo con sus vendedores y gerentes tal cual lo había hecho el primer día que ingresó a la editorial, como antes.

Así fue que sucedió lo siguiente: Pepe no había tomado vacaciones en los ocho años de trabajo. Un día, estando en una reunión con unos gringos que venían a pedirle que los represente como sello editorial, se paró, gimió, y se desmayó. A mí me avisaron cuando ya lo habían llevado a la clínica. Pero pasaron 3 horas adicionales, hasta que pude verlo. Ya estaba con el celular en mano, coordinando las actividades de mañana con la secretaria. Los médicos se miraban entre ellos, y no sabían cómo enfrentarlo con el infeliz diagnóstico de cáncer generalizado que Pepe incubaba hace seis meses. Claro, que la típica pregunta era cuánto más iba a durar. Ni se inmutaba, ni quiso saberlo. Me pidió que lo averiguara en su nombre. Pero seis semanas, no era mucho tiempo adicional para él, y se lo dije. -En seis semanas se pueden hacer muchas cosas -dijo.

Se dedicó a visitar todas las empresas que querían que él trabajara para ellos, y les hizo saber que ya no había mucho tiempo a su favor. Se dedicó a dar las órdenes para su sucesión en la empresa, nombrándome a mí director de la misma para que continuara sus políticas en la editorial. Después se fue, alquilando una casa en Punta Negra en pleno invierno, donde pescaba todos los días.

Igual yo, todos los días lo visitaba en su casa de playa para informarle del avance en la editorial, que era lo único que quería escuchar. Se había despedido de todos nosotros, y no permitió que amigo alguno excepto yo lo fuera a visitar. Los botaba a patadas, y muchos de ellos se iban llorando, y otros mentándole a la madre a este infeliz muerto en vida.

Tenía que saber qué era lo que había hecho tan famoso a Pepe y tan vendedor. Había días que tosía como perro, y la verdad es que le tuvimos que poner una enfermera que le ponía algo para el dolor. Comenzó además a divagar. Me vendía enciclopedias y en ese proceso, encontré que era su actitud la que vendía. No sus conocimientos, ni su habilidad, ni su inteligencia, sino su actitud. Sabía cómo preguntar, hablaba de su producto con una pasión que era absolutamente fuera de este planeta. Por otro lado, su transformación en el proceso de la venta, era feroz. Todas las pocas energías que le quedaban las enfocaba en convencerme que la enciclopedia era para mí, y que mi decisión de vida nunca había sido más adecuada. Me aseguraba que jamás me arrepentiría de tenerla, y que mi vida sería otra compartiendo nuevos conocimientos con este producto. Lo peor del caso, es que todos los días se la terminaba comprando, más por convencimiento que por compasión. Y todos los días fui descubriendo las enseñanzas de Pepe en un proceso, que -dentro de su aparente sencillez- encerraba toda la pasión, conocimiento y desprendimiento que mi gran amigo tuvo para con los demás.

El día de su entierro, no fueron los amigos. Toda la editorial estaba allí. Claro está que los directores me pidieron que me hiciera cargo interinamente del manejo de la empresa hasta que encontraran alguien para ocupar el cargo. Inicialmente, no estuve dispuesto a aceptar, pero pensé que podría continuar la labor de mi predecesor. Lo que nadie imaginó fue que seguí aplicando los métodos que me enseñó, la empresa siguió creciendo a ritmo geométrico y finalmente acepté la Gerencia General del mayor banco de Lima, la cual también me ofrecieron casi en forma suplicante.

Así es que, recuerda, Pepe, yo aún vivo y tú estás bajo tierra. A mí me recuerdan más en la editorial que a ti. Estoy muy ocupado para ir a tus misas del mes o a tu misa del año o de dos años, porque ahora soy un Ejecutivo. Y de un nivel que tú jamás hubieras soñado con tu venta de enciclopedias de porquería. No sabes lo que es mudarte del local de porquería que tenías en Lince a un local en la Molina, con un carro que haría palidecer al modelo que te dio la editorial, y encima, realizar la cuarta parte del trabajo que hacías en la empresa para que te paguen cuatro veces más. Lo que más me alegra, es saber, que con ese cáncer bendito jamás podrías haberte mantenido en el puesto que desechaste y que yo ahora ocupo. Eso es lo que más me alegra de todo esto.

Pero ahora, me retiro, tengo que ir a un chequeo médico ya que estoy, Pepe, tosiendo igual que tú.

Nicolás Rovegno, Perú © 2004

domingo, mayo 14, 2006 

El peso de la Gloria

Cierto guerrero recibìa una medalla por cada batalla ganada. Los amigos admiraban su valor, y las mujeres adoraban su carisma.
Al cabo de algunos años, las medallas eran tantas que cubrìan todo su uniforme. Una tarde, en mitad de un duro combate, el guerrero casi fue alcanzado por la espada de su enemigo.
"Siempre he sido mejor, y hoy he estado a punto de perder", pensò el guerrero. Pero enseguida se percatò del problema : el peso de las medallas no le dejaban luchar con agilidad. Tirò al suelo la capa del uniforme, volviò al campo de batalla, y derrotò a sus enemigos. "La victoria me puede dar confianza pero no debe convertirse en una carga." Fuente : Pablo Coelho

viernes, mayo 12, 2006 

Trabajo y Compromiso

En un discurso a los graduados en una universidad, hace varios años, el ex CEO de Coca Cola, Brian Dyson, habló sobre la relación entre el trabajo y otros compromisos.

-Imaginen la idea como un juego en el que ustedes hacen malabarismos con cinco bolas que arrojan al aire.

-Son : EL TRABAJO, LA FAMILIA ,LA SALUD, LOS AMIGOS Y EL ESPÍRITU.

Pronto se darán cuenta de que EL TRABAJO es una bola de goma. Si se cae, rebota. Pero las otras cuatro bolas: FAMILIA, SALUD, AMIGOS y ESPÍRITU son de vidrio. Si dejan caer una de esas, van a quedar irrevocablemente dañadas, rayadas, rajadas o rotas. Nunca volverán a ser las mismas.

-Compréndalo y busquen el equilibrio en la vida. ¿ Cómo...?

-No disminuyan su propio valor comparándose con otros. Es porque somos todos diferentes que cada uno de nosotros es especial.

-No fijen sus objetivos en razón de lo que otros consideran importante. Solo ustedes están en condiciones de elegir lo que es mejor para ustedes.

-No den por supuesto las cosas más queridas por su corazón. Apéguense a ellas como a la vida misma , porque sin ellas la vida carece de sentido.

-No dejen que la vida se les escurra entre los dedos por vivir en el pasado o para el futuro. Si viven un día a la vez, vivirán TODOS los días de su vida.

-No abandonen cuando son capaces de un esfuerzo más. Nada termina hasta que uno deja de intentar.

-No teman admitir que no son perfectos. Ese es el frágil hilo que nos mantiene unidos.

-No teman enfrentar riesgos. Es corriendo riesgos que aprendemos a ser valientes.

-No excluyan de su vida al amor diciendo que no se lo puede encontrar.

-La mejor forma de recibir amor es darlo; la forma más rápida de quedarse sin amor es aferrarlo demasiado; y la mejor forma de mantener el amor es darle alas.

-No corran tanto por la vida, que lleguen a olvidar no sólo donde han estado sino también adonde van.

-No olviden que la mayor necesidad emocional de una persona es la de sentirse apreciado.

-No teman aprender. El conocimiento es liviano, es un tesoro que se lleva fácilmente.

-No usen imprudentemente el tiempo o las palabras. No se pueden recuperar.

-La vida no es una carrera, sino un viaje que debe ser disfrutado a cada paso.

El Ayer es historia, el Mañana un misterio y el Hoy es un regalo: por eso se lo llama "el presente".

lunes, mayo 08, 2006 

El portero del Botiquin

No había en el pueblo peor oficio que el de portero del botiquín. Pero ¿Qué otra cosa podría hacer aquel hombre? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio.

Un día se hizo cargo del botiquín un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo: - A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un informe semanal donde registrará la cantidad de personas que entran día por día y anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio.

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..... - Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceó - pero yo... yo no sé leer ni escribir.

- ¡Ah! ¡Cuánto lo siento!

- Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida.

No lo dejó terminar. - Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte. - Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. ¿Qué hacer? Recordó que en el botiquín, cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta conseguir un empleo. El problema es que sólo contaba con unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Usaría parte del dinero para comprar una caja de herramientas completa. Como en el pueblo no había una ferretería, debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.

A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. De inmediato su vecino llamó a la puerta de su casa. - Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.

- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo...

- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.

- Está bien.

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. - Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?

- No, yo lo necesito para trabajar y, además, la ferretería está a dos días de mula.

- Hagamos un trato. - dijo el vecino - Yo le pagaré los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?.

Realmente, esto le daba trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula.

Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa. - Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?

- Sí...

- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, más una pequeña ganancia. Yo no dispongo de tiempo para el viaje.

El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.

"...No dispongo de cuatro días para compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas. En el siguiente viaje arriesgó un poco más del dinero trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Alquiló un galpón para almacenar las herramientas y algunas semanas después, con una vidriera, el galpón se transformó en la primera ferretería del pueblo.

Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, los fabricantes le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente. Con el tiempo, las comunidades cercanas preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos... Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. Un día decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría, además de leer y escribir, las artes y oficios más prácticos de la época. En el acto de inauguración de la escuela, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad, lo abrazó y le dijo:

- Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.

- El honor sería para mí - dijo el hombre -. Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.

- ¿Usted? - dijo el Alcalde, que no alcanzaba a creerlo -¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir?

- Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma -. ¡Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del botiquín!

Anonimo

 

No podemos

Hoy les traigo esta historia que nos enseña una gran verdad:

Cuando yo era chico me encantaba los circos y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.

También a mi como a otros, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente. Qué lo mantenía entonces?. Porqué no huía?

Cuando tenía cinco o seis años todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro o a algún adulto por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia. Si está amaestrado... Porqué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se había hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio para encontrar la respuesta.

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño".

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía...

Hasta que un día (terrible día para su historia) el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante, enorme y poderoso, no escapa... ¡Porque CREE QUE NO PUEDE!

El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sentía poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

JAMÁS...JAMÁS...intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que un montón de cosas "NO PODEMOS" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

Grabamos en nuestro recuerdo: NO PUEDO, NO PUEDO Y NO PODRÉ NUNCA...

Crecimos portando este mensaje que nos impusieron o impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

La única manera de saber, es intentar de nuevo, poniendo en el intento ¡TODO TU CORAZÓN!

Fuente: Anonimo

jueves, mayo 04, 2006 

Que es la competitividad?

En estos momentos estoy leyendo un libro denominado "Personas Competitivas" Guía Pràctica de Marcel Antonorsi Blanco y publicado por Venezuela Competitiva. En el se hace un recuento bastante agradable lleno de frases, ejercicios e interrogantes de lo que son y deben ser las personas competitivas. A manera de introducción el autor define que la competitividad no es tan solo un concepto asociado a la economía o al mundo empresarial, es básicamente un concepto asociado a los seres humanos.

Definen la "competitividad como la capacidad que poseen los seres humanos para competir", cuya intensidad se nutre de varios ingredientes fundamentales como son: pasiòn, creatividad, iniciativa, honestidad, perseverancia, solidaridad, responsabilidad y conocimiento; que unidos todos persiguen como objetivo fundamental el beneficio de la sociedad a la cual el individuo pertenece. El autor manifiesta que en la medida en que las organizaciones estèn compuestas por personas competitivas, en esa misma medida su desempeño se acercara mas al éxito dentro del sector y comunidad donde opera. Algunas reflexiones son:

1. Las personas competitivas : son de todo tipo, las hay en todo lugar. 2.¿Que hacen? imaginan, evalúan, buscan, arman, trabajan, logran y perseveran. 3.¿Que tienen? Iniciativa, originalidad, reposnabilidad, entusiasmo, tenacidad, liderazgo, colaboración, aprendizaje , honestidad. 4.¿Que piensan? Que hay para todos, que todos ganamos, que juntos creamos, que somos interdependientes, que no es cosa de suerte y que el trabajo es creaciòn. 5.¿Que los motiva? El logro, el servicio, la superaciòn, la contribuciòn. 6.¿Donde actúan? en el ámbito familiar, personal, interpersonal, organizaciòn, comunitaria, nacional y mundial.

lunes, mayo 01, 2006 

Utilidad

Desde hace algun tiempo vengo utilizando el software llamado e-Snips el cual me a traido muchas ventajas en mi trabajo, esta pequeña herramientas me ha permitido entre otras cosas:

1. Guardar respaldos de mi disco duro en un servidor remoto.

2. Distribuir informaciòn necesaria para mis clientes y alumnos de una manera rapida y efectiva y privada ( generando invitaciones a las personas a las cuales se quiere hacer llegar la informaciòn)

3. Procesar archivo realmente pesados sin ningun inconveniente.

4. Se pueden almacenar archivos de data, video y fotos.

5. Es completamente gratis.

La unica desventaja que tiene por el momento solo un 1 GB de almacenamiento disponible.